Desprolijo, insolente, intolerante, soberbio, malhumorado, esquivo, desconfiado, afable, cariñoso, paternal, bien intencionado, profundo, analista, sensible al extremo, amistoso, glotón, Ãntegro, auténtico y… sencillamente uno de los más dotados escultores que he conocido. Tus obras, básicamente en chatarra metálica, tienen el más logrado movimiento que refleja lo que la mente de un artista quiere trasmitir.
Único!
Te compré algunas obras gracias a tu generosidad y paciencia. Me quedo con “el tambo†tal como lo bautizamos a medida que lo fuiste creando. No pude con otras porque no estaban a mi alcance y eras tan caro, como bueno.
Te agradezco el haberme permitido compartir varios cafés ferroviarios – con borra y sin azúcar – y esas lindas porciones de torta “Selva negraâ€, que exigÃas fueran legÃtimas, en el cálido vagón de Retiro.
Hoy te saludo con una oración, un abrazo final y un hasta siempre, amigo Carlos.
Oscar Marzol
Iriarte, 27 de Abril de 2020