Historias de Iriarte
Cuentos de Oscar Marzol
En la década del 80, Iriarte era un pueblito con gente respetuosa de los derechos de los demás. No habÃa demasiados empleados municipales ya que cada uno se arreglaba su vereda, recogÃa las hojas del otoño y quemaba en pozos sus desechos diarios.
La plaza era otra cosa. El placero oficial José Arroyo con su voz suave pero con temperamento no demasiado diplomático, era secundado en el corte de pasto y ligustros en figuras, por el flaco Miñani y el veterano Silvano.
Los horarios en verano eran de 7 a 11 por la mañana y de 15 a 19 en la tarde. Este turno tenÃa coincidencia parcial con los asistentes al curso de “catequesis†que dictaba en la capilla Santa Teresita una monjita que venÃa desde el pueblo vecino de San Gregorio (la “monja negra†según los chicos, por su tez morena).
Aquella cofradÃa de chicas y chicos, entre los que estaban como lÃderes naturales Walter D´aloso y Carlitos Albornoz notaron que en repetidas ocasiones en muy poco tiempo, Miñani y Silvano se dirigÃan a tomar agua a la bomba “sapo†que existÃa en la plaza. Según intuyeron ellos, existÃa algo misterioso ya que hacÃa mucho calor pero su esfuerzo no era tan grande como para tanta sed…
Aprovechando el recreo entre uno y otro turno, el grupo – intrigado- se dirigió a la bomba, constatando “con sorpresa†que en el pozo, pendiendo de una soguita una hermosa botella de vino blanco se mantenÃa semisumergida en el agua, manteniendo asà una temperatura ideal para su consumo.
¡Muy inteligentes, pensaron…!
Ofendidos – casi – y en defensa del erario público y la disciplina laboral aprendida en sus hogares y consolidando el buen proceder que la catequista iba inculcando en sus almas, decidieron darles una lección a los pecadores. Levantaron, con cuidado, la botella y vaciando su contenido la completaron con orina y la reintegraron a su posición inicial.
Escondidos tras los árboles, disfrutaron del mal momento de los viciosos quienes, mirando hacia todos lados, prometÃan venganza eterna.
Hay costumbres que, en mi pueblo, se fueron perdiendo…
Iriarte, 27 de Abril de 2020
Foto: familia de Juan Carlos Marconi
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