«Asà eran, casi todos los dÃas, excepto los sábados y domingos que agregaban algún bailongo, el cine en lo de Costantini, la misa, el asado, alguna carrera cuadrera en el pueblo ó fuera de él, un campeonato de fútbol, una visita inesperada.»
«El pueblo estaba convulsionado porque ambos habÃan llegado a la final que se disputarÃa el 25 de Mayo de 1968. Mitad del pueblo por la roja, mitad del pueblo por la celeste.»
«Llegó el dÃa, dado que con la cosecha de soja en el año 2012, Alberto debÃa llevar mercaderÃa al puerto de Buenos Aires. La tentación era grande, la expectativa agobiante. Él le habÃa prometido que ella nunca olvidarÃa ese viaje.»
«Cuando hablaba con sus amigos de confianza solÃa decirles que si alguien le gustaba, él no tenÃa lÃmites. Estaba dispuesto a todo porque su lema era “solo el que ama, comprendeâ€. No le temÃa a nadie y lucharÃa por su presa hasta las últimas consecuencias.»
«Cierta mañana, don Marcos le pide encarecidamente al Cleto que se acerque a su casa a fin de revisar su precaria instalación eléctrica y esté accede sintiéndose un verdadero electricista.»
«Don Marcos Loza, vecino de confianza divisó que entre tantas habÃa una “clueca†con su tÃpico sonido delatando ese estado emocional. «
«Los horarios en verano eran de 7 a 11 por la mañana y de 15 a 19 en la tarde. Este turno tenÃa coincidencia parcial con los asistentes al curso de “catequesis†que dictaba en la capilla Santa Teresita una monjita que venÃa desde el pueblo vecino de San Gregorio (la “monja negra†según los chicos, por su tez morena).»
«Se armó un desafÃo por pocos pesos entre dos grupos de tres y Américo serÃa el referee. Todo anduvo bien hasta que en un reñido final el árbitro le anuló un tanto al “pata Agrasoâ€- linda piedra para la honda-diciendo que habÃa adelantado la pelota (…)»
«Luego de un viaje de casi una hora llegaron a Iriarte. AgustÃn lo llevó a Juan hasta su casa. En el momento del saludo final, con la ventanilla del acompañante abierta, ambos – al unÃsono – se preguntaron sobre el destino final de la gallina.»
«Una noche de crudo invierno, don Simón debió asistir a una fiesta de los ganaderos de la zona, donde concurrió con doña Zulema, su mujer. Alfonso quedarÃa de guardia con la misma tranquilidad de siempre. Sólo le preocupó, que en su apuro, Simón no le dirigiera palabra alguna. EstarÃa disgustado, ó simplemente le molestarÃa no poder invitarlo a tal evento?»
«Se sentó a la sombra de un viejo ombú, apenas distante unos diez metros de la senda elegida, por donde ella solÃa pasear cantando alegremente con un fino vestidito de tenue color amarillo…»
«HabÃa resuelto reunirme unos momentos con mis padres y Teresa, mi abuela materna. Resultó distendida, profunda, definitivamente contenedora.»