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Oscar Marzol

Biografía

Nació en Vedia, Partido de Leandro N. Alem, Provincia de Buenos Aires, el 17 de julio de 1950.

Al año de edad, sus padres Ramón Oreste Marzol y Teresa María (Pola) Pérez se mudaron definitivamente a San Ricardo, más conocido como Iriarte, en el Partido de General Pinto, Provincia de Buenos Aires.

Su familia se complementa con cuatro hermanos.  Susana, la mayor; Ramón Omar, Oreste Aníbal  y Armando Rubén.  Todos nacidos dentro de los cinco años entre mayor y menor.

Cursó sus primeros estudios en la Escuela Pública N° 5, hasta el cuarto grado – inclusive -.  Además del fútbol, su pasión favorita, tomaba clases incipientes de inglés con la legendaria Catalina de Bailleau, reforzando las mismas con la profe Chiquita Tuero quien viviera en lo que hoy es la “casona central del museo”.  También incursionó, con éxito variado – en el piano con Luisita Romitelli.

Su padre consideró, a regañadientes de Pola, que era necesario brindarles a todos sus hijos una educación un tanto más completa que la escuela pública de aquel entonces (además era de extracción Radical).

Así las cosas, a los diez años y en perjuicio de su hermano Omar que contaba con ocho, fueron “internados” en el Colegio de curas San Francisco (congregación franciscana ) y Susana en el convento homónimo de mujeres, situado calle por medio. Ambas instituciones estaban enclavadas en el minúsculo pueblito de Aarón Castellanos, Partido de General López, Provincia de Santa Fe,  nacido de la necesidad de abastecer de servicios a aquellas.

Coleccionó bolitas, figuritas, estampillas, tarjetas telefónicas, pajaritos y malvones…

Al finalizar el sexto grado, continua sus estudios secundarios en el Colegio Euskal Echea – curas franciscanos capuchinos – en la localidad de Llavallol, cercana a Buenos Aires, mientras que Susana se interna  en el Colegio El Carmen, en Capital Federal.  A los dos años arriban a Buenos Aires, también, sus tres hermanos varones.

Egresa como Perito Mercantil en 1967, inscribiéndose para la carrera de Contador Público en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.  El 27 de Julio de 1974, recibe su correspondiente  diploma, no habiendo obtenido un promedio general demasiado descollante.

No obstante radicarse definitivamente en Buenos Aires, su pasión por los árboles lo lleva a proponerse construir un jardín botánico en las cercanías de Iriarte.  Cuenta con el asesoramiento inicial de Don Santos Siri, vecino de la ciudad de Lincoln con quien mantiene largas y fructíferas charlas, efectuando las primeras plantaciones en 1977, en un predio de ocho hectáreas. De allí en más agota a su compañera en largas esperas en todos y cada uno de los viveros del País.  Por más de 40 años viaja de Capital Federal a Iriarte ( 700 kilómetros ) prácticamente todos los fines de semana, contando con la inestimable colaboración de su amigo Héctor Salomone.

Como anécdota colorida, cuando en oportunidad de una visita de su abuelo paterno, Don Ramón María Marzol ve que las máquinas viales estaban “estropeando” una porción significativa del terreno en aras de construir un lago artificial, emitió unos sonidos guturales en vasco en clara señal de disconformidad. Se perdía allí mucho terreno para sembrar maíz.

También recuerda que un primo detractor de la ilusión de otros, le decía “de aquí a que puedas tomar unos mates bajo el arbolito que estás plantando…”

En 1983 contrae matrimonio con Inés Yonni, que lo venía acompañando desde el inicio del proyecto.  Nacerán de esa unión, Sebastián y Noelia.

En 1988 adquiere una vieja casona del año 1900 en un predio enfrentado al botánico y en el afán de decorar su parque,  compra unas viejas herramientas de labranza que le dispararían su complementaria pasión de armar un museo.

También arreciaron las críticas por un alto grado de tendencia a la locura, ya que comprar fierros viejos era – sencillamente – acumular fierros viejos.  Hasta que fueron recapacitando, padres, hermanos y amigos y se constituyeron en los más entusiastas buscadores de reliquias antiguas.

En 2000 y hasta 2010, junto a otros socios y el aporte cultural del pintor Jorge Rajadell, instalan en los jardines de la Biblioteca Nacional, una galería de arte que las circunstancias económicas del País obligan a desarticular.

Asiduo lector de “poesía” y no conforme con encontrar siempre lo mismo en librerías que inducen a leer aquellos poemas considerados como imprescindibles, buscó, leyó y releyó las obras casi completas de más de 50 autores -consagrados y no tanto-.

Hizo su propia evaluación eligiendo lo que más le había gustado, independientemente de la crítica vigente, transcribió personalmente en su máquina lo seleccionado y con un archivo que excede las 170 hojas, espera algún momento futuro para su complementación y edición.

Con la misma inclinación por la escritura y en ánimo de enriquecer el aspecto cultural del Museo, organizó en él varios concursos relativos a anécdotas, relatos, cuentos, vinculados a la vida rural.  Los resultados fueron satisfactorios y comprometedores para nuevos intentos.

Su actividad profesional principal siempre estuvo vinculada a empresas del rubro electromecánico, complementando la misma con emprendimientos agropecuarios.