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«Logró despertar la envidia de los invitados varones con su habilidad para los pollos a la parrilla rociados sólo con limón y la aprobación de las mujeres por su capacidad histriónica, que despertaba curiosidad y alegría. Innumerables “aplausos para el asador”, que él respondía con un simple gesto como no dándole importancia ( pero que en el fondo, disfrutaba)»