Segundo premio del Segundo Concurso Literario
Ernesto Miguel Schneiter




Ilustración: Oscar Genco
Ilustración: Oscar Genco
«HabÃa resuelto reunirme unos momentos con mis padres y Teresa, mi abuela materna. Resultó distendida, profunda, definitivamente contenedora.»
Compartimos con Ustedes el relato que obtuvo el SEGUNDO puesto en el III Concurso Internacional de Relatos de Campo y…
«Un dÃa, dirigiéndose a MartÃn Odriozola, vasco con un buen pasar, buen sentir y bastante mayor que él, le dijo “quisiera subirme a un caballo pero mi viejo me amenazó con una paliza si lo intentaba. ¡ Vos sabes como es el viejo…!â€
Compartimos con Ustedes el relato que salió Séptimo en el III Concurso Internacional de Relatos de Campo y Pueblo. Su…
«HabÃan arribado al pueblo dos nuevos policÃas, Asunción y Nicolai. A poco de estar allÃ, la escasa densidad poblacional permitÃa establecer vÃnculos amistosos entre controlantes y controlados.»
«Siempre me he preguntado cuál de las pasiones del hombre mide menos las consecuencias de sentirlas a pleno: amor o juego. Lo vivido dice que el amor puede llegar a redimir. Nunca el juego. Pero la intensidad…»
«Poco a poco nos fuimos acomodando alrededor de la mesa. Todo era un murmullo agitado, alegre, ruidoso, festivo. Para nosotros los chicos, emocionante, desordenado, ansiosos por los festejos cuya hora se aproximaba. Para los grandes, no sé…»
«No es igual sufrir de hambre que sentir ganas de comer. EL hambre es como la sed, una debilidad que lo deja a uno sin fuerzas de ánimos. (…)»
«No dudó un instante en responderse que aquella serÃa una operación casi de rutina y que en poco tiempo su vida se normalizarÃa. Sin embargo, se sintió tremendamente sola…»
«La noche de invierno del 17 de julio de 1962 presagiaba una velada boxÃstica de primer nivel en el Club San MartÃn de Iriarte. Pelea pactada a diez rounds entre el crédito local Miguel “Cirujano†Bontempo y el campeón provincial Avelino “Rompehuesos†SagardÃa. Arbitro del combate… ¡quién otro que no fuera el Cacho Arriola!»
«Aquella noche, en una camioneta Ford, se dispuso salir a “peludearâ€, es decir, cazar peludos. Peco, Omar y yo, en la cabina. Oreste, Armando, Gallito y los dos ingenieros ( a quienes demostrarÃamos nuestras habilidades) junto a dos tarros lecheros de cincuenta litros y unos tarros con manijas, en la caja del vehÃculo, con reflectores para localizar los pozos y una vez allà echarles agua para que los animalitos salieran de su madriguera.»
«Don Marcos Loza, vecino de confianza divisó que entre tantas habÃa una “clueca†con su tÃpico sonido delatando ese estado emocional. «
«Hubo temporadas de encuentros más fluidos, cuando ambos tenÃan claridad y coincidencia en lo que estaba sucediendo y ameritaba la toma de un café o una copa de vino. En otras, llegaron casi hasta evitarse aún conscientes que ambos circulaban por veredas muy cercanas.»