Quinto premio del Primer Concurso
Gabriel A. Keilis








«Luego de un viaje de casi una hora llegaron a Iriarte. AgustÃn lo llevó a Juan hasta su casa. En el momento del saludo final, con la ventanilla del acompañante abierta, ambos – al unÃsono – se preguntaron sobre el destino final de la gallina.»
«Fueron duelos de ingenio: él amagaba con irse, haciendo ruido como si se retirara de la habitación y ellos caÃan en la trampa ligando lo que viniera con chancleta o cinturón. Pero aún asÃ, muchÃsimas veces se escaparon.»
«Manuel – Manolo – Anca DÃaz ( serio, demasiado serio, ceremonioso, amante de los caballos de trote y de sus carreras, padre de quien luego serÃa nuestro veterinario, el Negro ( chivo ortigado ) Anca ; era dueño en realidad de toda la manzana, incluida nuestra casa (la de Ramón).»
«Don Marcos Loza, vecino de confianza divisó que entre tantas habÃa una “clueca†con su tÃpico sonido delatando ese estado emocional. «
«El “gallego†y El “roque†habitaban una modesta casilla de campo, con precarias instalaciones, que habÃan anclado al reparo de un pequeño monte de viejos paraÃsos, para protegerse del viento y el sol. Carlitos tenÃa su nido en un modesto “rancho de personal†a cierta distancia de la casita principal reservada a los Larrañaga.»
«Una tarde en la estancia, estaban varios tales como Haroldo Mateljan, el Vasco Larrañaga, Carlitos Guidobono, el Nato y, por supuesto José y Cacique mirando caer una copiosa lluvia, desde la plataforma cubierta donde atracaban los carros lecheros para entregar sus tarros, tomando unos mates para aprovechar el tiempo y hablando de todo un poco – básicamente, con poco contenido.»
«Se sentó a la sombra de un viejo ombú, apenas distante unos diez metros de la senda elegida, por donde ella solÃa pasear cantando alegremente con un fino vestidito de tenue color amarillo…»
«Comenzó, como jugando, a complicarle el camino a las hormigas en un intento inconciente de saber cuál serÃa su reacción ante un acontecimiento imprevisible. De pronto lo asimiló con su vida, con sus propios tropiezos, con su volver a empezar y volver a caer y detuvo su mano.»
«HacÃa escasos quince minutos que se habÃa retirado del boliche, totalmente mamado. Caras de preocupación, incertidumbre y la designación apresurada de un grupo de rescate hacia la casa del gordo que, sentado con un pucho apurado como medicina y un vaso de agua fresca, contaba la pelea que terminó en puñalada.»
«Llegó el sábado 26 de mayo del 70. FrÃo, con una persistente y fina llovizna de otoño. En la fonda de la cancha de paleta de don Pedro Aramburu se habÃan congregado los peones de estancia y los trabajadores changarines del pueblo.»
«La noche de invierno del 17 de julio de 1962 presagiaba una velada boxÃstica de primer nivel en el Club San MartÃn de Iriarte. Pelea pactada a diez rounds entre el crédito local Miguel “Cirujano†Bontempo y el campeón provincial Avelino “Rompehuesos†SagardÃa. Arbitro del combate… ¡quién otro que no fuera el Cacho Arriola!»
por Oscar Marzol En la frÃa tarde del domingo 14 de mayo de 2006, sin pensarlo demasiado, comencé a escribir…
«Siempre me he preguntado cuál de las pasiones del hombre mide menos las consecuencias de sentirlas a pleno: amor o juego. Lo vivido dice que el amor puede llegar a redimir. Nunca el juego. Pero la intensidad…»
«Buenas tardes señor Marzol, respondiendo a su pedido, le informo que el avión era un I Ae 24 «Calquin», construido en la Fábrica Militar de Aviones de Córdoba integraba una serie de 101 aeronaves para cubrir los requerimientos de la Fuerza Aérea en la especialidad de bombardero mediano, ataque a tierra y observación. «
Durante un tiempo fue profesora de piano. ¡Claro, habÃa nacido para tener paciencia! Sus padres fueron, según mi pobre percepción, tan “chapados a la antigua†que me temo nunca se permitieron decirle : “te quieroâ€. Sin embargo, siempre supieron que contaban con ella. Para todo.»