Historias de Iriarte
Cuentos de Oscar Marzol
Los hermanos Carlos, Domingo, Mariano y Pepe Romitelli fueron importantes en el ADN de Iriarte ya que constituÃan una numerosa familia.
El Pepe – alto, flaco, parco y de pocas palabras – padre de Luisita y Carmencita tenÃa una importante propiedad sobre la antigua ruta 7, frente a la estación de trenes y el fondo de su terreno, alambre romboidal de por medio, limitaba con otra propiedad también bastante extensa que correspondÃa a Don Ernesto Amicucci – petiso, morrudito, conversador – y su familia.
Pepe tenÃa hacia aquél lÃmite territorial un pequeño garaje para su vehÃculo, un gallinero y una linda quintita.
Las relaciones entre vecinos de toda la vida siempre fueron cordiales, respetuosas, solidarias y demás calificaciones positivas que de ninguna manera podÃan esbozar la posibilidad de conflicto alguno.
Eso sÃ, ambos jefes de grupo, tenÃan su “personalidad†y “ancestralidad italianaâ€â€¦
Un viejo y gran paraÃso en territorio de Don Ernesto invadÃa con sus ramas, sombra y bolillas la quinta de Don Pepe. Este efectuó en varias oportunidades el reclamo correspondiente, para que se tomaran las medidas correspondientes.
Ernesto, “bonachón†y dedicado a su almacén consideró, seguramente, que el Pepe exageraba un poco el tema y no le dio pelota.
Cansado Pepe de la inoperancia, tomó cartas en el asunto y desfiguró el paraÃso cortándole cuanta rama asomaba sobre el “lÃmite inter jurisdiccionalâ€, dejando al arbolito literalmente “cuadrado†en su lado norte.
El petiso resopló pero no dijo ni mu…
Una mañana temprano, recorriendo su predio, visualizó al mutilado paraÃso y comenzó como a calentarse.
De pronto, la vida lo puso ante una decisión que, seguramente, en otro momento no hubiera tomado. Las dos varas de un sulky que el Pepe hacÃa tiempo que no usaba pero tenÃa tapado convenientemente con una lona para protegerlo, pasaban por entre los rombos grandes del tejido divisorio, “invadiendo†el predio de Ernesto. Se fue hasta el galpón y volviendo con un gran serrucho las cortó a ras del tejido…
Tampoco dijo ni mu.
Algunos años después el Pepe notó la mutilación, pero como habÃa percibido tiempo atrás que su vecino lucÃa – aunque no hablaba – un tanto ofendido, no se animó a decir palabra.
El pleito, sin llegar a pleito, habÃa quedado concluido…
Oscar Marzol
Buenos Aires, 25 de mayo de 2020
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Hola Nora, soy César…como hago para mandarle a Oscar un par de historias…»futboleras» por si le interesa publicarlas???
Hola César, puede escribirnos al siguiente mail: consultasmuseoiriarte@gmail.com . Muchas gracias! Museo Iriarte