Historias de Iriarte
Cuentos de Oscar Marzol
La estancia Los QuerandÃes – hoy Calchaquà – pertenecÃa a la familia Marzol. Esta se dedicaba, básicamente, a la explotación tambera dado que luego industrializaba la leche en la planta Dos Hermanos, a las orillas del pueblo de Iriarte para comercializarla en los grandes centros urbanos.
Allà se concentraban, entonces, 14 tambos inicialmente manuales que con la llegada de la tecnologÃa se fueron reconvirtiendo en mecánicos. La gran proveedora de dicha tecnologÃa era la firma Alfa Laval.
En ese entonces habÃan empezado a incursionar las fumigaciones aéreas, contando como ayuda con un “banderillero†en tierra que, con una banderita blanca le indicaba al piloto hasta dónde habÃa avanzado en su pasada anterior.
Hasta aquà una descripción sintética del lugar, la actividad y el avance tecnológico…
El “Veterinario†Haroldo Mateljan cumplÃa sus funciones normalmente. El “Vasquito†Héctor Larrañaga inseminaba. Los hermanos “Cacique†y “Carlitos†Guidobono, junto a “Gorra de lana†Bernardo Silvano, formaban el resto del equipo general para llevar adelante dicho emprendimiento.
Haroldo, era muy serio pero se anotaba en todas.
Héctor, disfrutaba todas y no se metÃa con nadie.
Cacique, generaba casi todas. Desprejuiciado, jodón, sobrador, con lenguaje de doble sentido permanentemente, estudioso de los personajes que lo rodeaban para gastarlos luego.
Carlitos, inocente, con una cierta minusvalÃa mental, tartamudo, receptor de cuanta jode se le pudiera hacer, sin reaccionar.
Silvano, de pocas pulgas – lo apodaban gorra de lana porque se calentaba muy rápido -.
Al mando general del establecimiento estaba el tÃo José (petiso, conversador, cuentero, arrugaba su naricita cuando mentÃa y casi siempre la tenÃa arrugada, buen tipo, tan bueno que cuando se calentaba con uno generaba risa en los demás, cuchillito de plata a la cintura por su aparecÃa algún asado, descalificador de gerentes y entendidos foráneos).
José estaba un tanto molesto con Cacique porque éste le habÃa jugado una broma con el tema de las hormigas. ExistÃan allà algunos nogales y un importante número de plantas de naranjas, mandarinas, limones y duraznos. El tÃo argumentaba que el mejor método contra los insensibles insectos que son las hormigas, era rodear el tallo de la planta con un poco de lana de oveja, a modo tal que los bichos se enredarÃan y no pasarÃan hacia las hojas. Cacique – serio – le explicó que lo mejor serÃa cortar botellas de plástico por la mitad y rodear con ellas el tallo ajustándolo con la zona del pico. Cuando las hormigas llegaran hasta el borde filoso de la botella, al intentar girar para pasar hacia el otro lado, caerÃan y al caer “se desnucarÃanâ€. Pero, por qué no te vas a la p..a que te p…..
Definidos, están ahora, los integrantes…
En la mañana soleada del 15 de mayo de 1975, a esos de las 10 horas (tarde para el campo) aparecieron en la estancia dos inspectores de Alfa Laval de puro trajecito y zapatos acordonados, en aras de echar un vistazo a los equipos recientemente instalados y lograr la aceptación de los mismos por parte del Cliente.
Los recibió José en “musculosa†– prenda tÃpica para él – en su casa, invitándolos con un café, mientras los relojeaba de arriba a abajo, permitiendo luego dicha observación algún comentario hacia Haroldo y el Vasco, que ya comenzaban a disfrutar de una jornada para el recuerdo.
José le da instrucciones, como jefe, al Cacique para que mande en un carro a caballos a su hermano Carlitos y Silvano, con unas cañas altas y unos trapos blancos a fin de establecer una lÃnea lo más prolija posible para montar en ese trazado un provisorio “boyero eléctrico†sin que pareciera una vÃbora.
Carlitos, esa mañana, se habÃa puesto unas botas media caña, un pantalón oscuro medio achupinado, pullover, campera vieja de cuero, un pasamontaña por el frÃo en las orejas y unas destartaladas antiparras para el sol y el viento.
Asà procedieron, comenzando a desparramar cañas a pie. Carlitos iba adelante con una de ellas a la que le habÃa anudado uno de los trapos blancos para que el resto lo viera. Cacique en el inicio del recorrido y Silvano a medio tramo.
Cuando José, en compañÃa de Haroldo, el Vasco y los dos inspectores salen de la casa hacia los galpones, se acerca al Cacique en son de verificar sus órdenes desde el otro lado del alambrado y en ese instante uno de los visitantes pregunta “Ustedes aquà fumigan con avión, dado que veo allà adelante alguien con la bandera de marcado ?†. Cacique le ganó de mano a José y le responde “Por supuesto, fÃjese que casualmente aquél de la bandera es el pilotoâ€. Era demasiado.
Haroldo y el Vasco no pudieron contenerse y salieron casi corriendo, rumbo al galpón…
Oscar Marzol
Buenos Aires, 24 de mayo de 2020
Escucha el audio de este cuento:
Como no reÃrme con este cuento Oscar si a estos personajes lo conoci tan bien que apareciera que los estoy escuchando jajajaja muy bueno
Uma narrativa deveras deliciosa e repleta de pucardias, permeada com provocações constante do riso de quem a lê. Uma história que fascina e nos transporta a memoráveis situações e mesmo não as tendo presenciado ela se desenha extremamente nÃtida e fascinante á nossa imaginação. Parabéns a direção e organização do MUSEO IRIARTE