Historias de Iriarte
cuentos de Oscar Marzol
En nuestros dÃas la juventud disfruta mucho más de una cerveza en un lugar relajado con amigos y los memes en los teléfonos celulares. Pero, en nuestros pequeños pueblos, antes de la aparición de estos diabólicos aparatitos, se jugaba al fútbol todo el dÃa. No importaba la cantidad ni la calidad de los jugadores. Jugaban “todos†los que podÃan entrar en el campo de juego, que era realmente un campo alambrado incluyendo alguna púa. Con dos arcos irregulares, el pasto a medio cortar con una buena dosis de ortigas y abrojos que agilizaban los pies ya que algunos jugaban descalzos, sin lÃneas demarcatorias pero, sobre todo, con mucha pasión y camaraderÃa que los igualaba.
El “gringuito†Ricardo Belladelli era un empedernido jugador y organizador de los campeonatos nocturnos de “papi fútbol†en el Club San MartÃn de Iriarte. Modestia aparte creo que él habÃa aprendido algunas gambetas lucidoras mirándome jugar con la generación anterior.
Aquel sábado 27 de abril de 1985, como tantos otros, boludeando en el boliche de San Gregorio, bien entrados en copas (muchas), baile (muy poco), conversaciones intrascendentes y sin sentido (interminables), alguien comentó que en ese dÃa que ya estaba transcurriendo se habÃa organizado un “campeonato relámpago†(se resuelve en el dÃa) en la localidad de Aarón Castellanos. Para poder participar debÃa registrarse el equipo antes de las 9 de la mañana, ya que inmediatamente se procederÃa al sorteo correspondiente. El estado de los allà presentes en esa noche era calamitoso pero la decisión no se hizo esperar. Con el gringo Belladelli a la cabeza, César Nicolás, Fabián “el ruso†Primo, “mosquito†Ricardo Marzol, Sergio RamÃrez, el “vasquito†Amestoy, Gabriel Garnica y algunos más salieron en busca de una cama donde reposar, al menos, tres horitas.
Dispusieron encontrarse en la plaza a las 7 de la mañana, en busca de algunos jugadores más y dos vehÃculos para el transporte. El “loco†Horacio Castrillón se anotarÃa como integrante y ofrecerÃa su automóvil. A quién podÃa recurrirse para, al menos, obtener otro vehÃculo. El grupo sabÃa que “el cabezón†Juan Carlos Nasisi, con auto, era bastante amargo con la pelota pero no habÃa otra alternativa. Horacio le golpeó la puerta, lo vio muy deteriorado porque también recién aterrizaba pero lo primerió diciendo “ya somos 10, nos falta uno y vos jugás sà o sÃ. ¡ Cómo perder semejante oportunidad de integrar un seleccionado…! Ni lo pensó.
No se sabe bien de dónde consiguieron un lechón y al parrillero, “el padi†Padilla, que nunca jugaba aunque siempre acompañaba. También lo metieron en el primer partido. Para mayor seguridad del asado y por respeto al asador, escondieron las botellas de vino en una caja de leche en polvo, que tenÃa el cabezón para la guachera de su tambo.
Se realizó el sorteo (11 jugadores, 10 minutos por tiempo, definición por penales en caso de empate, eliminación ante la primera derrota). Trofeos para campeón y subcampeón y dos mil pesos en efectivo al ganador.
Lograron ganar los dos primeros partidos de la mañana, el lechón estuvo en su justo punto y acusaron un lesionado irrecuperable. El cabezón salió al cruce en diagonal y los frenos le jugaron una “mala pasadaâ€. El cabezazo que recibió en la carretilla, lo inmovilizó para el resto el torneo y el lechón. El parrillero Padilla, luego de los aplausos correspondientes, lo reemplazó como defensor. Los rivales averiguaron que era “medio áspero†y se cuidaron.
Mal dormidos, con mucha resaca, lechón a discreción, un poquito más de tinto y las ansias de ganar, a las 15 horas se reanudó la competencia. El espÃritu propio de la gente de Iriarte, le permitió llegar a la final, justo con el equipo local – que era número puesto – .
En el segundo tiempo ya prácticamente “no se veÃa la pelotaâ€, razón por la cual los capitanes resolvieron que quien hacÃa el gol ganaba… Era palo por palo, hasta que nuestro “gringo†Belladelli, más ligero que un galgo, desborda por la derecha sobre la raya, le pega y a pesar que el arquero estaba bien posicionado contra el palo, la pelota termina adentro del arco. El gringo la toma en sus manos gritando, todos lo corren (¡ incluso los rivales !), se sube al segundo alambre que delimitaba la cancha, frente a su hinchada tal como hacen los boxeadores triunfantes sobre las cuerdas y “en el medio de la oscuridad los rivales “lo acompañan†hasta el centro del campo, ya sin la camiseta que todos creyeron era producto del tÃpico intercambio entre los jugadores pero en realidad se la habÃan arrancado a tirones…
La red “lateral†tenÃa un agujero considerable por donde entró la pelota. Lo sabÃa muy bien el gringo y los castellanenses. Gran discusión y la gente, resignada por el resultado, sin entender bien qué pasaba, comenzó a retirarse.
“El trofeo mayor se sortea y el premio en guita se reparte mitad por mitad, o Ustedes de aquà no salen con vidaâ€.
HabÃa otra opción…?
El 22 de junio de 1986, Diego Armando Maradona elimina a la selección inglesa en Cuartos de Final de la Copa del Mundo, jugada en Méjico. Fue con la “mano de Dios†y el árbitro AliBennaceur de Túnez lo convalidó. No existÃa el VAR. (Video arbitraje). Tampoco en Aarón Castellanos, aquella tarde, pero la vista de los locales estaba demasiado cerca…
Oscar Marzol
Buenos Aires, 25 de octubre de 2020
Escucha el audio de este cuento: