historias de pueblos

«Comenzó, como jugando, a complicarle el camino a las hormigas en un intento inconciente de saber cuál sería su reacción ante un acontecimiento imprevisible. De pronto lo asimiló con su vida, con sus propios tropiezos, con su volver a empezar y volver a caer y detuvo su mano.»

Durante un tiempo fue profesora de piano. ¡Claro, había nacido para tener paciencia! Sus padres fueron, según mi pobre percepción, tan “chapados a la antigua” que me temo nunca se permitieron decirle : “te quiero”. Sin embargo, siempre supieron que contaban con ella. Para todo.»