cuentos

Arroz con leche

«Siempre me he preguntado cuál de las pasiones del hombre mide menos las consecuencias de sentirlas a pleno: amor o juego. Lo vivido dice que el amor puede llegar a redimir. Nunca el juego. Pero la intensidad…»

Las Acacias

«Una noche la sorprendió ornado. Al sentirse descubierta volvió sus ojazos interrogantes hace él. Lo quemaron. (…)»

La Centinela

«Y entraron a pasar los años. Cada vez la frontera con el indio se fue alejando más de LA Centinela. Ya Pichí Contreras tenía doce años expertos, de excelente físico y admirables condiciones humanas (…)»

EL 29

«Los indos de Epúmer acallaron sus festejos. Estaban desconcertados y el pudor de su lealtad los hacía caracolear con sus caballos alrededor del cacique. Los rostros anunciaron el miedo. Las carcajadas de Margarita destrían la razón del universo (…)»

«No sería una visión chiquita, egoísta, desconsiderada para con el resto, asignarles la propia angustia que el transcurrir de sus días latía en su pecho y resonaba en sus oídos…?»

El yerro

«Los presentes voltearon uno a uno para observar al gaucho que estaba allí detenido, en suspenso. Era de verdad enorme (…)»

«Siempre que pudo había ayudado a su padre, aún en época del secundario y después, cuando ya estaba en la Universidad de Córdoba. Pero este viaje es especial; no viene cargado, sólo tiene por objetivo cobrar la deuda de Pascual Escudero, que es muy importante, y estar de vuelta al anochecer (…)»

«Un partido, luego la revancha y después “el bueno”. La noche se alargaba y en algunos se notaba “un ligero descontrol interno”. Si no había más plata, se cargaba en cuenta, sin riesgo, porque ese crédito era sagrado.»

«El denso humo parece una cortina impenetrable. Usa su poncho para cubrirse la boca y se interna entre los espartillos (…)»

Arreo con problemas

«No sabía si hacía frío, pero por mis piernas corría una transpiración helada que se perdía en el interior de mis botas.(…)»

«Hacía escasos quince minutos que se había retirado del boliche, totalmente mamado. Caras de preocupación, incertidumbre y la designación apresurada de un grupo de rescate hacia la casa del gordo que, sentado con un pucho apurado como medicina y un vaso de agua fresca, contaba la pelea que terminó en puñalada.»

«Estaba Nelson en esa crítica situación, pensando en alguna medida desesperada, encomendándose a todos los santos, cuando vio a dos caballos acercarse desde la orilla norte. (…)»