pueblo

El 3 de junio de 2019 el amigo Pedro Cocco, de la localidad de San Gregorio (Santa Fe) me envía…

Caminado por Buenos Aires, veo en la esquina de Piedras 99, que una importante sastrería estaba cerrando sus puertas y…

«El “gallego” y El “roque” habitaban una modesta casilla de campo, con precarias instalaciones, que habían anclado al reparo de un pequeño monte de viejos paraísos, para protegerse del viento y el sol. Carlitos tenía su nido en un modesto “rancho de personal” a cierta distancia de la casita principal reservada a los Larrañaga.»

«Manuel – Manolo – Anca Díaz ( serio, demasiado serio, ceremonioso, amante de los caballos de trote y de sus carreras, padre de quien luego sería nuestro veterinario, el Negro ( chivo ortigado ) Anca ; era dueño en realidad de toda la manzana, incluida nuestra casa (la de Ramón).»

«Poco a poco nos fuimos acomodando alrededor de la mesa. Todo era un murmullo agitado, alegre, ruidoso, festivo. Para nosotros los chicos, emocionante, desordenado, ansiosos por los festejos cuya hora se aproximaba. Para los grandes, no sé…»

«Comenzó, como jugando, a complicarle el camino a las hormigas en un intento inconciente de saber cuál sería su reacción ante un acontecimiento imprevisible. De pronto lo asimiló con su vida, con sus propios tropiezos, con su volver a empezar y volver a caer y detuvo su mano.»

«Nunca le importó – porque yo presiento que así fue – ni el baile en sí mismo, ni los partidos que no entendía. Sí le importaban un buen choripán y un vaso de tinto que alguien se encargaría de acercarle; y sobre todo, esperaba el cariño familiar del que tan mezquinamente lo había dotado la vida. Y tuvo su mayor familia en el pueblo entero.»

«Logró despertar la envidia de los invitados varones con su habilidad para los pollos a la parrilla rociados sólo con limón y la aprobación de las mujeres por su capacidad histriónica, que despertaba curiosidad y alegría. Innumerables “aplausos para el asador”, que él respondía con un simple gesto como no dándole importancia ( pero que en el fondo, disfrutaba)»

«Llegó el sábado 26 de mayo del 70. Frío, con una persistente y fina llovizna de otoño. En la fonda de la cancha de paleta de don Pedro Aramburu se habían congregado los peones de estancia y los trabajadores changarines del pueblo.»

«Fueron duelos de ingenio: él amagaba con irse, haciendo ruido como si se retirara de la habitación y ellos caían en la trampa ligando lo que viniera con chancleta o cinturón. Pero aún así, muchísimas veces se escaparon.»