«El “gallego†y El “roque†habitaban una modesta casilla de campo, con precarias instalaciones, que habÃan anclado al reparo de un pequeño monte de viejos paraÃsos, para protegerse del viento y el sol. Carlitos tenÃa su nido en un modesto “rancho de personal†a cierta distancia de la casita principal reservada a los Larrañaga.»
«Manuel – Manolo – Anca DÃaz ( serio, demasiado serio, ceremonioso, amante de los caballos de trote y de sus carreras, padre de quien luego serÃa nuestro veterinario, el Negro ( chivo ortigado ) Anca ; era dueño en realidad de toda la manzana, incluida nuestra casa (la de Ramón).»
«Comenzó, como jugando, a complicarle el camino a las hormigas en un intento inconciente de saber cuál serÃa su reacción ante un acontecimiento imprevisible. De pronto lo asimiló con su vida, con sus propios tropiezos, con su volver a empezar y volver a caer y detuvo su mano.»
«Nunca le importó – porque yo presiento que asà fue – ni el baile en sà mismo, ni los partidos que no entendÃa. Sà le importaban un buen choripán y un vaso de tinto que alguien se encargarÃa de acercarle; y sobre todo, esperaba el cariño familiar del que tan mezquinamente lo habÃa dotado la vida. Y tuvo su mayor familia en el pueblo entero.»
«Llegó el sábado 26 de mayo del 70. FrÃo, con una persistente y fina llovizna de otoño. En la fonda de la cancha de paleta de don Pedro Aramburu se habÃan congregado los peones de estancia y los trabajadores changarines del pueblo.»
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