pueblos

«Hacía escasos quince minutos que se había retirado del boliche, totalmente mamado. Caras de preocupación, incertidumbre y la designación apresurada de un grupo de rescate hacia la casa del gordo que, sentado con un pucho apurado como medicina y un vaso de agua fresca, contaba la pelea que terminó en puñalada.»

«En la partida de cada uno de ellos, mi pueblo fue perdiendo en mi interior un poquito de encanto. Vinieron otros, como sus hijos, que le han dado emociones nuevas, pero que no reparan ese cristal resquebrajado de la primera foto, del tiempo en que uno sueña con una vida interminable y feliz.»

«La media manzana siguiente, paralela a la de Romitti, era todo un terreno descampado. Allí, en su parte central, se construyó la Iglesia por el año 1965.»

«Una noche de crudo invierno, don Simón debió asistir a una fiesta de los ganaderos de la zona, donde concurrió con doña Zulema, su mujer. Alfonso quedaría de guardia con la misma tranquilidad de siempre. Sólo le preocupó, que en su apuro, Simón no le dirigiera palabra alguna. Estaría disgustado, ó simplemente le molestaría no poder invitarlo a tal evento?»

«Había resuelto reunirme unos momentos con mis padres y Teresa, mi abuela materna. Resultó distendida, profunda, definitivamente contenedora.»

«Al tiempo, cuando se encontraban disimulaban su malestar, pero ya los abrazos no tenían el apretón franco de la amistad.»

«Imparable, con una justa combinación de seducción y soberbia.
Un saludo discreto a las autoridades del lugar y el show comenzaba tal cual lo planeado.»

«Olegario “Moncholo” Montiel, Francisco “Malacara” Sorobeo, Ramón “Cacique” Herrera, Juan “Mandinga” Aparicio, “El Toto” Cincunegui y “Cabecilla” Hernández ya estaban juntos desde el mediodía.
El único que faltaba era Placentero.»

«Un día, dirigiéndose a Martín Odriozola, vasco con un buen pasar, buen sentir y bastante mayor que él, le dijo “quisiera subirme a un caballo pero mi viejo me amenazó con una paliza si lo intentaba. ¡ Vos sabes como es el viejo…!”

Durante un tiempo fue profesora de piano. ¡Claro, había nacido para tener paciencia! Sus padres fueron, según mi pobre percepción, tan “chapados a la antigua” que me temo nunca se permitieron decirle : “te quiero”. Sin embargo, siempre supieron que contaban con ella. Para todo.»