relatos

«El denso humo parece una cortina impenetrable. Usa su poncho para cubrirse la boca y se interna entre los espartillos (…)»

Arreo con problemas

«No sabía si hacía frío, pero por mis piernas corría una transpiración helada que se perdía en el interior de mis botas.(…)»

«Hacía escasos quince minutos que se había retirado del boliche, totalmente mamado. Caras de preocupación, incertidumbre y la designación apresurada de un grupo de rescate hacia la casa del gordo que, sentado con un pucho apurado como medicina y un vaso de agua fresca, contaba la pelea que terminó en puñalada.»

«Estaba Nelson en esa crítica situación, pensando en alguna medida desesperada, encomendándose a todos los santos, cuando vio a dos caballos acercarse desde la orilla norte. (…)»

«No es igual sufrir de hambre que sentir ganas de comer. EL hambre es como la sed, una debilidad que lo deja a uno sin fuerzas de ánimos. (…)»

«Hubo temporadas de encuentros más fluidos, cuando ambos tenían claridad y coincidencia en lo que estaba sucediendo y ameritaba la toma de un café o una copa de vino. En otras, llegaron casi hasta evitarse aún conscientes que ambos circulaban por veredas muy cercanas.»

El legado

«Caminé hasta la camioneta. Tanteé debajo del asiento. Allí estaba el revolver. En dos trancos me acerqué a la puerta. Un disparo y el candado enmohecido saltó hecho añicos. Una patada y la puerta se abrió con un chirrido.»

El Cirilo cuaiguá

«Con Cirilo fuimos amigos y cómplices en las mañanas luminosas del verano. Él era de naturaleza salvaje y los dos compartíamos una sola niñez nutrida de asombros y de juegos inocentes (…)»

«El “Veterinario” Haroldo Mateljan cumplía sus funciones normalmente. El “Vasquito” Héctor Larrañaga inseminaba. Los hermanos “Cacique” y “Carlitos” Guidobono, junto a “Gorra de lana” Bernardo Silvano, formaban el resto del equipo general para llevar adelante dicho emprendimiento.»

«El “gallego” y El “roque” habitaban una modesta casilla de campo, con precarias instalaciones, que habían anclado al reparo de un pequeño monte de viejos paraísos, para protegerse del viento y el sol. Carlitos tenía su nido en un modesto “rancho de personal” a cierta distancia de la casita principal reservada a los Larrañaga.»

«Las relaciones entre vecinos de toda la vida siempre fueron cordiales, respetuosas, solidarias y demás calificaciones positivas que de ninguna manera podían esbozar la posibilidad de conflicto alguno.
Eso sí, ambos jefes de grupo, tenían su “personalidad” y “ancestralidad italiana”…»

«Súbitamente, a eso de las 21 horas se abre la puerta y entra un “croto”, bien croto que, según él mismo comentara, bajó del tren carguero que desde Godoy Cruz, Mendoza, se dirigía a Buenos Aires. Sucio, con derruidas alpargatas, pantalón a la pantorrilla, saco cargado de no se supo qué pero con sus bolsillos bien estirados y una gorra impresentable. Miró, saludó sin saludar, y se pidió “una caña”.